miércoles, 19 de agosto de 2009

LA EXPRESIÓN DE UN ROSTRO.


En la fotografía se puede observar a un hombre de edad avanzada. Su cuerpo esta de frete ubicado al lado derecho, su cabeza esta volteada diagonal hacia la izquierda. Es un hombre de piel blanca, su cabello es corte y blanco; en la cabeza lleva una cachucha de color negro. Su cara muestra que el paso de los años le han causado efectos, esta arrugada y en el momento tiene una expresión de susto, sus canosas y pobladas cejas estan levantadas, y sus ojos de color verde están más abiertos de lo normal; su nariz es ancha y de ella se desprenden dos marcadas líneas de expresión a lado y lado que llegan hasta la partes superior de la boca. También tiene un bigote de color blanco, canoso y sus labios son delgados y arrugados; su cuello también esta arrugado pero el chaleco que lleva puesto no permite que se vea claramente, este chaleco es de color gris oscuro, de cuello que se dobla.
Al fondo de este señor, al lado izquierdo se puede observar de forma borrosa una multitud de personas con palos en las manos, ubicados en un campo abierto, en un atardecer, el color del cielo lo indica, es un gris claro.
La expresión de su cara da a entender que se encuentra en un momento de confusión, no sabe hacia dónde emprender su camino; atrás de él se está librando una gran batalla y solo enfrentándose a ella sobrevivirá con dignidad y vencerá sus temores. El gesto de su cara, es el reflejo de es ese miedo que tiene a enfrentarse a la sociedad, esa nueva sociedad por la que está conformado hoy en día el mundo; es el no querer afrontar una nueva forma de vida, donde las personas no se caya frente a los abusos, sino que se enfrenta a ellos, dan la cara y no permitiendo ninguna clase de injusticia; lo que muestra su fisonomía es solo la representación de todos estos miedos.
No ha podido aprender a tolerar esas nuevas forma de vida que se está sobre llevando, empieza a sentir que ya nadie comparte sus ideales, su forma de pensar, que se quedo en un tiempo pasado y no acepta que las cosas cambien, como es su curso natural.
Pero ante todo es esa confusión entre el querer que sus ideales sobrevivan o adoptar una nueva forma de pensar; es el miedo a la soledad a que sus días terminen y se encuentre solo, aislado por todos, lejos de la luz.
Su corazón está cubierto por una gran pared de hierro, sus sentimientos están guardados en lo más profundo de sí y ha olvidado que existen cosas buenas en la vida que le permiten crecer como ser humano; en si existencia no cabe lugar para reflexionar sobre cómo está llevando a cabo su proyecto de vida. Su negación a cambiar la forma de pensar no le permite saber si está vivo o muerto; su amargura lo ha ido matando poco a poco y ahora que sus miedos se le vienen encima no sabe de qué forma enfrentarlos, no sabe como actuar.
Tal vez la única forma que tiene para volver a ser un hombre de sociedad, con buenos sentimientos y dispuesto a compartir, es recuperando su inocencia, volviendo a ser niño; esa época de la vida donde la alegría surgía por cualquier motivo, nada era un impedimento, todo tenía una solución y se luchaba contra viento y marea hasta alcanzar el ideal propuesto.

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